Si alguna vez puso en marcha la caldera de su casa, utilizó el ascensor de un edificio o encendió su televisor con un control remoto, ha puesto en acción un relé.
Los relés proporcionan una función indispensable en miles de productos y sistemas de consumo, comerciales e industriales.
Desarrollados por primera vez en 1835 para circuitos telegráficos de larga distancia y más tarde en centrales telefónicas, todavía funcionan de manera fiable, silenciosa y eficiente.
¿Qué son los relés?
En un sentido muy práctico, los relés son simplemente interruptores eléctricos.
Utilizan una señal de baja potencia para controlar un circuito de alta potencia, que puede estar cerca o lejos. Su diseño permite aislar eficazmente la señal de baja potencia del circuito de alta potencia (también conocido como aislamiento galvánico), lo que permite un funcionamiento eléctrico seguro y robusto para el usuario.
Se pueden utilizar para controlar un solo circuito o varios circuitos y pueden actuar como amplificadores o disyuntores.
El control de la alimentación de los dispositivos a distancia también supone una seguridad adicional para los procesos industriales que pueden suponer un peligro físico para los operadores.
Así, disponibles en una amplia variedad de paquetes, capacidades actuales, opciones de montaje y espacios, son tan omnipresentes como el interruptor común.
Cómo funcionan los relés
Para ayudar a entender el tema, primero debemos categorizar los relés. Vienen en dos tipos básicos: electromecánicos (EMR) y de estado sólido (SSR), siendo obviamente la diferencia entre aquellos con partes móviles y aquellos sin partes móviles.
La versión electromecánica ha existido por más tiempo y contiene contactos, una armadura, un resorte y un electroimán. En su funcionamiento más sencillo, un resorte mantiene la armadura en su lugar. Cuando se aplica una corriente, el electroimán atrae la armadura cuyo movimiento cierra un conjunto de contactos y permite que la corriente fluya hacia el circuito (vea la figura 1).
Los relés de estado sólido, que aparecieron por primera vez a finales de la década de 1950, realizan la misma función básica que los relés electromecánicos, pero son completamente electrónicos y no tienen partes móviles. Emplean un circuito de entrada, un circuito de control y un circuito de salida para controlar la corriente. Cuando se aplica un voltaje superior al voltaje de activación especificado, el circuito de control activa el relé. Cuando el voltaje cae por debajo del voltaje de caída, el relé se desactiva.
